Kimberley comienza su primer día de instituto después de un año en Estados Unidos. Todo está tal y como lo recuerda: sus amigos no habían cambiado, el colegio seguía intacto y los profesores igual de pertinentes. Allí se reencuentra con el amor platónico de todas las chicas y por supuesto también el de ella.
Sin embargo, las circunstancias provocan que el corazón de la joven se divida en dos bajo secretos inconfesables que le harán tocar el cielo y pisar el propio infierno...
"No hay nada más perfecto que el amor Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy. Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve. El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado. Porque este saber queda muy imperfecto, y nustras profecías también son algo muy limitado; Y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá. Cuando era niño hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas es el amor.Carta de San Pablo a los Corintios"