Llegué a casa muy cansada debido al largo día. Me lo había pasado realmente bien con las típicas bromas entre los chicos. No vi más a Zack excepto en el autobús, pero actuaba como si nada hubiera pasado. Abrí la puerta de casa muy lentamente sin fuerzas a penas para decir que ya estaba allí. Así que, sin decir nada fui a mi cuarto a dejar la mochila y relajarme un poco. De fondo pude escuchar una serie de televisión bastante aburrida que solían ver mis padres. Me sobresalté al ver la luz encendida de mi cuarto pero sin embargo tiré como siempre la mochila, cogí el pijama colocado debajo de la almohada y…
-¡Hola!-… me di un buen golpe en la cabeza con la madera de la litera al asustarme. Miré hacia arriba acariciándome la cabeza y observé la cabecita morena de mi prima Lola, riéndose a propósito. Sus ojos verdes me miraron entornados por el gran estiramiento de sus labios. Comprobé que estaba tumbada leyendo una revista de adolescentes a las que ella solía adorar en la cama de arriba. Arrugué los labios conteniéndome para no decir ninguna estupidez que provocara el brinco de mi prima hasta mi padre para decirle “lo mala influencia que soy”.-He metido mi ropa en el armario y mis cosas en el cuarto de baño, no las muevas.-Me advirtió señalándome.
-Este es mi cuarto y si quiero mover algo, lo aré con mucho gusto.-Le sonreí sarcásticamente y me dirigí al cuarto de baño. Cerré la puerta y observé alzando una ceja la cantidad de cremas y maquillaje que había encima del lavabo. Mientras me duchaba maldecía entre dientes y mientras me secaba pensaba algunos planes para que mi prima suplicara para irse de aquí. Cuando salí Lola ya no estaba en mi cuarto así que fui a la cocina deseando que se la hubiera tragado la tierra. Pero para mi desgracia estaba cenando con mis padres y los tres estaban riéndose.
-Vamos Kim acabamos de empezar.-Me sugirió mamá. Me senté sonriéndole-al lado de Lola y de ella- y comencé a servirme la sopa.
-¿Qué tal la excursión?-Me cuestionó papá mientras se llevaba a la boca una cucharada de sopa.
-Bastante divertida.-Quería alardear para que Lola sintiera envidia de mí.-Estuvimos hablando incluso del baile de invierno.
-¿Y ya tienes pareja?-Preguntó de manera ruin.
-Emm… claro.
-¿Es Lori?
-No papá…-Me estaba metiendo en un buen lío.
-¿Quién es entonces?
-¡Ya lo veréis!-Dije aparentando naturalidad.
-No podré esperar tanto.-Sonrió mamá. Tras unos instantes en silencio Lola se aclaró la voz.
-Que bonito es tu uniforme.-La odiaba.
-¿De verdad te parece bonito?-Le sonreí irónicamente.-Pues tu también lo llevaras, ¿verdad que es casualidad?
-Yo no llevaré ese… uniforme.-Se carcajeo.
-Si lo llevarás Lola, ¿no ves que vas a ir al mismo instituto que yo?-Me reí por dentro como nunca lo había hecho cuando Lola se puso pálida.
-Bueno pues ¡bien!-Añadió rápidamente para no parecer derrotada en el primer asalto.
-La verdad es que favorece mucho. Con esos cuadros azules, los zapatitos planos…
-¡Verdad!-Me interrumpió Lola para que no siguiera. Le sonreí sabiendo que había ganado.
El ruido de la maldita litera no me dejaba dormir. Miré el reloj: las siete menos veinte. Me faltaba un cuarto de hora para levantarme y el sueño no quería acudir a mí. Me volví bruscamente hacia el otro lado y cerré los ojos confiando que me durmiera de golpe. Pero naturalmente no fue así. Tenía calor pero cuando me quitaba las sábanas tenía frío. Me coloqué boca arriba y suspiré. No podía hacer otra cosa que levantarme. Hoy me veía más guapa. Era extraño como en un día se puede cambiar de guapa a fea y viceversa. Tenía todo el tiempo del mundo así que cogí un botecito blanco de pintura de uñas de Lola y comencé a pintármelas. Menos mal que era para dar brillo porque sino, el color estaría por toda mi mano. Era una patosa, y con mi pulso resultaba más difícil. Silenciosamente, me hice el desayuno. Mamá no tardó en aparecer y en preguntarme “¿Qué haces tan temprano levantada?” y yo le respondía “No podía dormir” Era algo absurdo pero ¿realmente pensaba mamá que me iba a levantar más temprano porque tenía ganas de ir al colegio? Buff, madres.
-Pues si, mi primita ya está en mi casa molestándome como siempre.-Vicky me dio dos palmaditas en la espalda mientras sonreía. Era temprano por lo que paseábamos por el pasillo antes de que toda la multitud entrara en clase.
-Seguro que no es para tanto.-Me sonrió Pau.
-Chicas… me alegro de que no tengáis una prima como la mía.-Puse la mano con forma de espejo y actué.-“¡Mis labios no están totalmente hidratados!”-Alcé la mano derecha.- “¡Me he roto una uña!”-Pau me la cogió rápidamente mientras Vicky la observaba.
-¿Te las has pintado?-Me encogí de hombros.- Y dices de tu prima…-Entorné los ojos mientras sonreía irónicamente. Las retiré no sin antes hacerles una mueca. Pho se acercó a nosotras con su sonrisa característica.
-Hola chicas.
-Hola Pho, ¿con resaca?-Bufó Vicky mientras se nos vino a la mente las carcajadas que Pho había soltado ayer.
-Ayer dormí del tirón.-Sonrió.- Me cansé bastante.
-Pues yo no he podido dormir.-Suspiré.
-A veces eso pasa.-Pho se sobresaltó de improviso.- ¿Sabéis que Zack no va al baile?-Las tres fruncimos el ceño.-Lo oí de la propia boca de Vivi cuando pasaba delante suya.
-Pero ¿Qué dijo exactamente?-Pau cotilleaba como la que más.
-Dijo: “Zack me ha dicho que no irá al baile…”
-¿Solo eso?
-Solo eso.
-Al final ningún chico irá al baile.
-Bueno pues bailaremos solo las chicas.-Las cuatro reímos.
Pau y yo entramos en clase al despedirnos de Vicky y Pho y descargamos nuestras mochilas en nuestros pupitres. A parte de dos chicas más, éramos las primeras en entrar en la clase.
-Kim, ¿vienes fuera?
-No.-Negué.
-Aun no ha tocado el timbre…
-Ya, pero tengo que ordenar mi sitio.-Mentira. Pau se encogió de hombros y salió por la puerta, al igual que las otras dos chicas que acababan de entrar en clase. Me quedé sola y eso me incomodó. A ver si iban a pensar que estaba marginada… ¿realmente eso me importaba? ¡No! Bajé la silla cuando… observé el sobre blanco encima de mi mesa. Lo cogí mirándolo por los dos lados y me encogí de hombros. No recordaba ningún sobre que hubiera dejado accidentalmente en mi mesa. Lo abrí mirando hacia los lados. Me dio un vuelco el corazón cuando leí la pequeña frase que apareció en su interior, me ruboricé, mis mariposas se despertaron y mis manos me ardían.
-¿Qué pasa?-Pau estaba mirándome sorprendida cuando me percaté que ya había sonado la campana y que todos estaban entrando.- ¿qué es ese sobre?-Su pregunta se convirtió en un murmullo más cuando mis compañeros de clase se sentaban y aprovechaban para hablar antes de que viniera el profesor. Me senté aturdida mientras observaba la nota:“Noche del baile a las 7 y te mostraré lo que realmente siento
Fdo.: Tu acompañante”
Desde aquel día me fijé en todos los chicos del curso e incluso del instituto. ¿Quién podría haber sido? Zack y Nat no iban, Lori iba a ir al baile con Pau, Demetrius ni muerto, a Cheba no lo veía escribiendo eso, Dino, Amos... ¡e incluso dudé del hermanito de trece años de Phoebe! Me estaba volviendo loca. ¿Y si resultaba ser una broma? Sinceramente era bastante peliagudo y serio como para serlo… Tenía miedo, pero a la vez sentía una gran impaciencia por el baile para desenmascarar al chico que me estaba causando tantos desvelos.
De vez en cuando pensaba en un hombre en concreto... ¿y si ese tal Annibal...?
Quizás debería tener cuidado, pero me decía a mi misma que lo único que podía hacer era ir al baile. Por lo pronto, no se lo dije a nadie y fingí que todo iba perfectamente.
Transcurrió Octubre y Noviembre con la presión que eso suponía. Los exámenes acabaron y ni aquella situación me desconcentró para que sacara limpias las notas. Lola y yo seguíamos con la misma actitud de rivalidad, sobretodo cuando comenzó a ir a clase y se hizo amiga de las más tontas de su curso –le venía al dedo. Nuestra convivencia a veces resultaba dañina puesto que a la hora de hacer los deberes, cuando una estaba callada la otra hacía ruido no dándose cuenta que se molestaba a sí misma. Por otro lado, Andreita y Nat se acostumbraron pronto al grupo y a menudo salíamos juntos. El caso de Dino ya se había borrado de nuestras memorias pero aún así, Pho seguía pensando en él. Hace poco nos enteramos de que Dino y Vivi salían juntos, hundiendo a Pho en la tristeza absoluta. No iba a ir al baile. Pero a cambio, . No nos quería decir con quien, cosa que me hizo sospechar de su implicación en el caso de la carta anónima. Mi corazón lo deseaba aunque por otra parte, también que el autor de aquellos mensajitos fuese Zack, pero él no iba a ir. Estos rumores se extendieron por todo el instituto y a las chicas se les disminuyeron las ganas de ir al baile aunque, naturalmente, todas íbamos a ir. Uno de los motivos por los que comencé a sospechar de Nat más de lo que me temía era lo sucedido en uno de los muchos días de Noviembre y en el contenido de la segunda carta. En ella no había una frase sino una pluma negra, idéntica a la que me encontré en el campo y a la que le enseñé a Ángelo, Gabriel y a él. Naturalmente, ninguno de sus dos amigos me mandaría este tipo de cartas para venir desde el campo a un baile en el que no estaban invitados. A no ser… que la cosa que soltaba aquellas plumas me estuviera acosando… Sencillamente por ese motivo me preguntaba si en realidad no estaba loca.El vestido de Lola era verde, a conjunto con sus ojos y su bronceada piel. Su escote era igual que el mío, un palabra de honor. Pero aún así, el vestido que iba a llevar mi prima era heredado de su madre mientras que el mío era comprado en una tienda bastante cara. Aquella tarde lluviosa, mamá y yo nos fuimos al centro de la ciudad para comprar uno que realmente nos gustase. Era corto como el de Lola pero de un color marrón oscuro con una estrechez en la cadera provocando unos bonitos y naturales volantes.
Me pinté mis labios del mismo color que mi piel y me pinté levemente la raya del ojo. En ese instante, alguien me llamó al móvil. Lo cogí rápidamente no sin antes despertarme del sueño de ser la princesa del baile.
-¿Si?- Colgó. No me moví en unos segundos. Miré el móvil: número desconocido. Enseguida supe que ese era el número de mi pareja en el baile. Me disponía a llamar no sin mi corazón a mil por hora… pero inmediatamente volvió a sonar.- ¿Si?
-¿Kim?
-Nat…-Mi corazón bombeó con fuerza.
-Sí, soy yo… oye lo siento pero… quería decirte que… no puedo ir al baile.-Todos mis planes se fueron al traste. Estaba claro que era él el autor de aquellas cartas. Me resigné y me vi obligada a preguntarle.
-¿Por qué?
-Es mi problema en la espalda… tengo… tengo que ir al médico… yo…
-¿Y tú pareja?-Noté como una lágrima resbalaba por mi mejilla.
-No tengo pareja y nunca la tuve… quería que fueras tu.-Rápidamente le contesté.
-Pero Nat, podrías habérmelo pedido de otra manera…
-¿De qué manera? No sabía cómo decírtelo.
-Todos estos meses sentados al lado… no hacían falta esas cartas, llegaste a asustarme y…
-Espera, ¿Qué cartas?-Mi cuerpo palideció.
-Las cartas que… esas frases, tu cambio de idea repentino, la pluma negra…
-Kim, ¿de qué estás hablando? Espera, ¿qué has dicho, una pluma negra?
-Si…-Susurré mientras mi corazón se derrumbaba y el nudo en mi garganta se convirtió en una soga.
-¿Quién te la ha enviado?
-No lo sé… creía que eras tú…-De pronto se cortó. El teléfono comunicaba.- ¿Nat? ¡Nat!-Sonó el timbre de casa. Sin duda era el que me envió todo aquello. Nat… oh Nat, sálvame. Temblaba de miedo y mis lágrimas caían como en una cascada mientras me mordía el labio y negaba con la cabeza. Sonó de nuevo el timbre. Aparté las lágrimas de mis ojos y me dirigí hacia la puerta. Realmente no tenía miedo por lo que podía pasarme a mí, sino por mi familia incluso por mi prima.
-¡Tía Shana, Tío John, venid a conocer a la pareja de Kim!-Lola se carcajeaba mientras me seguía sonriendo. Mis padres no dudaron en hacer lo mismo. Apoyé la mano en el picaporte y suspiré. Sonó de nuevo el timbre inquieto.- ¡Vamos!-Me empujó Lola. Abrí la puerta rápidamente y comprobé quién era… Nathaniel ayúdame…