English cv French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

Capítulo 9 (Libro 2)


-Cariño, cariño.-Escuché el susurró de mamá.-Es hora de levantarse, vamos.-Como siempre, su voz era tan suave que más bien me hacía dormir más profundamente.
-¡Deja a la pobre dormir Shana!-Gritó desde su silloncito la abuela. Aquella exclamación había sido suficiente para despertarme por completo. Me sobresalté en mi interior cuando mis oídos se vieron envueltos en aquel descomunal chillido.
-No te preocupes abuela, ya estoy despierta.-Dije con mi voz propia de zombi recién levantada. Me estiré aún con los ojos cerrados mientras escuchaba la risa de mamá y la abuela.
-Rápido que tus huevos fritos se enfrían cariño.
-No tengo ganas de eso.-Le murmuré al rodear su cuello con mis brazos.
-Ya lo sé.-Bajó el tono.-Pero hay que respetar sus costumbres.-Arrugué los labios mosqueada por la idea de desayunar todos los días durante una semanas huevos fritos con beacon y, de vez en cuando, patatas y alguna que otra cosilla.-Además tu padre y yo nos vamos ahora al supermercado a comprar comida para esta tarde, te dejamos a solas con la abuela.-Arrugué los labios.
-Estáis locos, hoy estará llenísimo el centro comercial, locos de remate.-Me levanté estirando mis brazos y piernas. Bostecé de nuevo.
-No tenemos más remedio.-Dijo papá saliendo de la cocina mientras se metía la camisa en el pantalón.
-Ponte algo de abrigo John, sabes que así no te voy a permitir que salgas.-Papá puso los ojos en blanco y cogió el chaquetón mientras mamá le rodeaba con la bufanda el cuello.
-¿Y Si no llegáis a la hora de comer?
-No digas tonterías.-Me reprochó mamá.-Vendremos lo antes posible.
-Es imposible que lleguéis antes de las tres de la tarde mamá. Parece mentira que no conozcas un centro comercial en plenas navidades.-Me crucé de brazos con el ceño fruncido mientras mamá se colocaba bien los zapatos verdes con algo de plataforma.
-Bueno pues si no llegamos, encargar algo.-Me dio un beso en la mejilla.-Adiós cariño.
-Pero mamá…
-Cuanto más me retengas más tarde vamos a llegar.-Casi gritó. Papá se encogió de hombros sonriendo al abrir la puerta.-Adiós Dorothy.
-Tened cuidado.- Masculló la abuela atenta al programa de televisión. Se cerró la puerta de un golpe. Miré a la abuela. Comía pan de vez en cuando. Fui al cuarto de baño de arriba con la ropa preparada. Mis cabellos estaban enredados entre sí. Cuál fue mi sorpresa que vi el Cristal de Vida colgando de mi muñeca más brillante que nunca, con una fuerza casi sobrenatural. Esto significaba que no fue un sueño. Mi corazón se hinchó cuando pensé en lo podía significar esta joya para los seres como él. Quiero decir, para los ángeles como él. Era poco creíble que conociera a los dos extremos de cualquier preocupación humana, a un ángel y a un demonio. Zack me había contado muchas cosas sobre los de su raza –más bien Amon me lo contó- pero sin embargo, aún esperaba a que Nathaniel y yo tuviéramos una charla.
Me dispuse a quitarme la pulserita para ducharme, pero algo en ella me apartó de tal idea. Algo raro me estaba pasando, me sentía más unida a la pulsera y el cristal no dejaba de emitir un destello azulado, celestial. No obstante, prefería no llamar a Nathaniel, al menos por ahora.
Tenía frío con la sudadera morada y el pantalón negro que siempre me ponía –por comodidad. Caminé despacio hacia la habitación de mis padres para coger algo más calentito de la maleta. También aquel dormitorio estaba como lo dejé. Incluso las sábanas me recordaban a ciertos juegos nocturnos donde tenía que esconderme para que no me comiera el lobo –papá- aunque normalmente, me quedaba dormida entre las sábanas, un buen método para hacerme dormir. En la maleta pude encontrar un chaquetón negro. Envolví mi sudadera con él. Algún movimiento voluntario provocó que mirara por la ventana. Una mujer que no sobrepasaba la barrera de los veinticinco miraba con sus eternos ojos azabache al frente, sin expresión alguna en su rostro cobrizo y aterciopelado. Vestía una cazadora de cuero negra por donde se esparcían sus cabellos castaños de un oscuro muy natural. Estaba envuelta en ropajes negros y plateados. El cuello de su jersey parecía llegarle hasta el final de su afilado cuello. Eríka, asocié enseguida sus labios con carmín rosado y sus enormes ojos con aquel nombre y figura. Quizás trajera malas noticias. Bajé corriendo por la escalera sin pensar en que la abuela me miraba confusa. Me di cuenta y por ello apacigüé el ritmo sin mirarla.
-¿A dónde vas Kimy?-Tuve que alzar los ojos hacia su rostro arrugado.
-Me apetece pasear… será solo unos minutos.-Su mirada me turbió. Estaba claro que no se había tragado ni por asomo. Pero sin embargo dirigió su mirada hacia la televisión.
-Ten cuidado y abrígate.-Asentí pensando en lo permisiva que era mi abuela.
Anduve rápidamente hacia el centro de la plaza al otro lado de la casa dejando tras de mí la puerta trasera, negra y metálica del edificio. Metí las manos en los bolsillos del chaquetón cuando mi piel se percató del frío que hacía a las once de la mañana. Eríka sonrió cuando reparó en mí sus ojos negros.
-Hola Kim…
-¿Qué ocurre?-Le corté algo nerviosa. Ella ni se inmutó.- ¿Para qué te envía?
-Solo pasaba por aquí. Ni siquiera sabía que tú estabas aquí.- Hizo un movimiento con el rostro para apartar un mechón de su brillante cabello. La miré atenta.
-Mientes.-Alzó una ceja desafiante.
-¿No me trates así Kimberley? Solo es un aviso. Su voz sonó pícara y elegante.
-Ya, ¿Cuál es el mensaje?-Entrecerró los ojos.
-Chica lista. Lamento tener que decirte que Zack solo podrá venir mañana. El resto son asuntos personales.- Crucé los brazos.
-¿Lo tenéis todo programado no?
-Bastante. Pero también tienes otro mensaje. Mejor que no salgas sola de esa casa, mejor aún, mejor que no salgas.-Me miró.-Por precaución.
-¿De quién me tenéis que proteger?
-De…
-¿Ángeles?-Dejó caer el peso de su cuerpo en la pierna derecha.
-Si.-Parecía incómoda.
-Pues no os preocupéis por eso, Nathaniel nunca me haría daño.-Abrió sus ojos exageradamente mientras sus ojos adquirían un color rojizo alrededor de su iris.
-Na… ¿Nathaniel?
-Sí, el mismo.
-Bien… interesante, si, muy interesante.-Alargó sus labios enseñando sus blancos dientes afilados. Un escalofrío recorrió mi espalda.-Adiós Kimberley y… procura hacernos caso.-Se dio la vuelta y se perdió entre la multitud.

Leave a Reply