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Capítulo 11 (Libro 2)

-Están exquisitas estas ensaladas. Sobre todo las de Shana.-Dijo Teah mientras se llevaba un trozo de lechuga y tomate a la boca.
-Uff, estoy llena.-Comenté involuntariamente. Me acomodé en la silla echando mi cuerpo hacia atrás.
-¿Entonces no quieres un poco de pastel de chocolate?-Preguntó mamá mientras retiraba los platos y cubiertos.
-Creo que me queda un poco de hueco.-Sonreí. Teah y Mary ayudaron a mamá a llevar las sobras y a traer el pastel.
-¡Aquí está!-Teah colocó cuidadosamente el pastel en el centro de la mesa.-A ver, ¿quién quiere? ¿Todos? Tenéis que acercarme los platos.- Entonces, cuando mamá y Mary se sentaron esperando su turno para el pastel, Lola comenzó a actuar.
-Bueno familia, ¿sabéis que Kimberley tiene novio?-La miré inquisitivamente, con la mirada más asesina que se podía poner mientras la mesa se inundaba de ovaciones de asombro.
-¡No me digas!-Gary comenzó a reírse sin poder creérselo.
-Vaya, vaya, ¿entonces Shana y John ya hacen el papel de suegros?-Bufó Sam mientras sujetaba el plato de cristal para que le tendiera Teah un trozo de pastel. Mis padres sonrieron algo incómodos. Chasqueé con la lengua molesta.
-Cuéntanos, cuéntanos sobrina.-Dijo Elga con las manos apoyadas en la barbilla. Todos dirigieron sus miradas hacia mí, incluso mis padres que me miraban molestos.
-Pues… ¿qué queréis que os cuente?-Muchos de los comensales se rieron provocando que me ruborizara.
-Dinos primero como es físicamente.
-Bueno… pues tiene los ojos negros, emm… 
-¿Negros?
-Que raros.-Comentó Sam interesado por la escasa descripción que les estaba brindando.
-No es algo normal, tienes un chico especial.-Bufó Teah.
-¿Como es su cabello, pelirrojo como tú?-Preguntó Gary mientras señalaba con la mirada mi cabello berenjena.
-Negro…
-Ojos y cabello negros…-Asintió Sam fascinado.- Increíble.- Debajo de la mesa castigaba mis uñas arrancando nerviosa la piel que las rodeaba.
-¿Y cómo es interiormente?-Elga no paraba de preguntar.
-… Callado…
-¿Tímido?
-No, simplemente callado.-Dije rápidamente sin dejar de mirar el pastel de chocolate de virutas marrones.
-Bueno… ¿y los padres, qué opinan?-Todos rieron, incluso ellos que se encogieron de hombros.
-No nos ha dado motivo para desconfiar en él.
-John es demasiado tolerante.-Bufó Mary.
-No le habéis preguntado por el nombre.-Lola enarcó una ceja aprovechándose de la situación.
-Es verdad Lola, dinos.
-¿Nathaniel?-Billy cortó el silencio que se había producido cuando preguntaron por su nombre. Papá casi se atragantó.
-¡No!-Admití rápidamente sabiendo en el lío que me había metido por no tener precaución.-Zachary, se llama Zachary.
-¿Quién es Nathaniel?-Preguntó Elga llena de satisfacción por hurgar en vida ajena.
-Un amigo.
-¿Y Billy lo conoce?-Cuestionó Lola esta vez sorprendida.
-Solo me habló de él.-Suspiré llena de gratitud cuando Billy no contó el ridículo que había hecho en medio de la calle.
-A lo mejor tiene un lío entre dos chicos…-Lola se mordió el labio pícaramente mientras me miraba con los ojos bien abiertos. Le sonreí.
-Ahora es tu turno, Amon no es menos novio que Zachary.-Su rostro se volvió pálido y serio.
-¿Cómo?
-Tu novio.
-¡Lola también!-Gritó Elga llena de euforia.
-¡Lola!-Teah parecía más bien enfadada.
-Vaya sobrinas…-Comentó Sam riendo.
-¿También tiene los ojos negros?-Gary casi no podía fingir no sonreír.
-Emm…
-¡Lola, no nos has dicho nada!
-Mamá lo puedo explicar…
-Claro que lo aclararás ahora.-Teah estaba muy enfadada y algo en mi interior me hizo sentir culpable.
-Realmente no es mi novio…
-A eso se le llama rollo de una noche.-Gary rió.
-¡No!
-¡Lola Hilthom!-Gritó Teah cuando escuchó el comentario de Gary.
-Es un buen chico.-Dije por fin haciéndome escuchar.-Puedes estar tranquila Teah, porque Amon es un buen amigo mío y confío en él.-Lola me miró confusa y ruborizada.
-¿Seguro Kimy?
-Seguro.-Le sonreí intentando apaciguar su enfado.

-Lo siento Lola…-Ni me miraba. Teah, Brian y ella eran los únicos que quedaban en la casa. Mis tíos conversaban animadamente con mis padres mientras Lola esperaba enfadada en la puerta de la calle.-No sabía que tu madre se enojara tanto.
-Lo peor será en casa cuando me interrogue, jamás te lo perdonaré.
-Lola… he dicho que lo siento, ¿vale? Después te defendí.
-El fin no justifica los medios.-Chasqueé con la lengua pensando en que palabras debía de escoger para que Teah no diera el numerito. Bajé el rostro pensativa mientras Lola no dejaba de mirar al árbol de navidad que emitía unos destellos muy tenues y elegantes. La abuela estaba en su sofá agazapando poco a poco sus párpados por el sueño. Lo cierto es que durante la cena casi no dijo palabra alguna, normal en su carácter callado.
-¿Qué puedo hacer para que me perdones?
-Construir la máquina del tiempo y retractarte en lo que dijiste.
-Algo que sea posible.-Sonrió de pronto.
-Traer a Amon aquí para presentárselo a mis padres. Es lo más posible que se me ocurre.-Giró de nuevo su cabeza dejando volar suavemente unos pequeños mechones de color castaño. Me mordí el labio pensativa. Podía, realmente podía traerle, pero afloraría la sospecha de Lola. Sin duda prefería su enfado a que descubriera todo sobre lo que realmente son Zack y Amon.
-Bueno Kimy, hasta el viernes sobrina.-Se despidió Brian sin parecer afectado por la noticia bomba de que su hija salía con un chico. Asentí sonriente.
-Lo mismo digo. Dos besos sobrina.-Di dos besos a Teah algo incómodos al menos para mí.
-Adiós.-Susurré tímidamente. Mis padres y yo –obligada por el protocolo- les acompañamos hacia su coche. Mamá y papá charlando con Teah y Brian mientras que yo y Lola caminábamos al lado sin dirigirnos ni una mirada. Una vez en el coche, preguntaron la hora de reunión del viernes donde siempre comíamos para despedirnos –volvíamos a Irlanda- en el restaurante de toda la vida. Aunque según escuchaba, la abuela no podría asistir por problemas de salud, por lo que nos tendríamos que despedir en la casa. Lola se quedaba hasta el uno de enero en Londres con sus padres y amigos, así que podía gozar de casi una semana sin nadie que molestara mi convivencia en casa.
Subieron al coche sonrientes –menos Lola- mientras mis padres agitaban las manos no muy exageradamente. Entonces sentí como el Cristal de Vida volvió a iluminarse como una linterna de destellos azulados. La cubrí con la manga del jersey al colocar mi brazo en mi espalda para que no notaran nada raro. Miré los tejados de alrededor intentando advertir otra silueta como la de antes, esta vez me controlaría. Quizás cuando se alumbraba tanto significaba que estaba cerca… sin embargo era algo nuevo puesto que cuando me lo regaló no emitía ningún destello. Quizás esta vez me entregaron la original…  
      
Esta vez, Eríka estaba sentada en los bancos pegados a la fuente de la plaza, vestida totalmente de negro. El tiempo estaba nublado de forma que casi no dejaban asomarse al sol que intentaba proporcionarnos luz con escasos rayitos cuando encontraba un pequeño hueco entre las nubes grises. No pensaba bajar a hablar con ella, ya que no me apetecía escuchar otra mala noticia. Sin embargo estaba fijando mi vista en ella a través de la ventana de la habitación de mis padres, intentando descubrir el motivo de su presencia por la expresión de su rostro. No quería bajar a hablar con ella.
Papá hablaba con mi abuela quién estaba sentada –como siempre- en su silloncito aflorado y rojizo. Mamá se dedicaba a leer un libro que llevaba semanas intentando terminarlo, y yo me dedicaba a mirar a través de la ventana con el móvil en la mano para obtener noticias de alguien, aunque me extrañaba mucho que lo consiguiera puesto que ya aclaré que me iba a Londres y nadie me dio motivos para pensar que me iban a llamar. De todos modos el sábado íbamos a quedar, ¿para qué contarnos cosas que después nos volveríamos a decir disimulando no haber hablado de ello para tener un tema interesante de conversación? De vez en cuando echaba de menos los días de colegio cuando no tenía preocupación por hablar con mis amigas y amigos… Ahora que lo pensaba, ¿cómo serían ahora las clases, los recreo o, resumiendo, el colegio ahora que estaba saliendo con Zack y era su novia oficial? Me mirarían más los primeros días, eso lo tenía claro. Quizás un cambio de imagen como “vida nueva” resultara más peliculero… ¿pero qué podría hacerme? Nada, porque Zack no se aburría de mi rostro o de mí misma. Y esta noche iba a verle de nuevo arriesgándome a no dormir en toda la noche antes de marcharnos al día siguiente.
-¿Te aburres Kimberley?-Alcé la vista hacia mamá que me miraba algo preocupada.
-No…
-¿Por qué no sales un rato a dar una vuelta?-Eso significaría encontrarme a Eríka y por lo tanto, desobedecer a aquellos que me advirtieron que me quedara encerrada en la casa de mi abuela.
-No, en serio no tengo ganas.
-Pero no te puedes quedar todo el día encerrada mirando una ventana.-La miré interrogante.-Sal y despéjate la cabeza, vamos.-Necesitaba hacerlo, cierto. Había estado toda la mañana esperando a que alguien me llamara, incluso en la comida coloqué despiadadamente el móvil en el bolsillo del pantalón para que mis padres no me pudieran reprender por una norma de poca educación. Asentí rezando para que Eríka no me viera salir por la puerta delantera. Desde aquel banco en el que estaba sentada se podían vigilar las dos puertas. Tendría que ir con cuidado.
-¿A dónde vas?-Preguntó papá interrumpiendo la conversación con la abuela al verme ponerme el chaquetón negro encima de mi sudadera de rayas negras y grises.
-A dar una vuelta.-Miré a mamá que observaba seria la página que estaba leyendo.-Ahora volveré.-Papá asintió y prosiguió con la conversación de por qué el precio de la comida sube cada navidad sin darnos cuenta. Cerré la puerta casi sin hacer ruido por si Eríka estaba intentando escuchar alguna seña que le confirmara mi quebrantamiento. Subí la cremallera del chaquetón cuando advertí el moho que se evaporaba cada vez que exhalaba aire. Enterré mis manos en los bolsillos del chaquetón y caminé lentamente sin mirar hacia atrás. Quité el cerrojo de la negra y metálica  puerta del patio. El sonido había sido fuerte y seco. En la calle solo se escuchaba el sonido de los coches al pasar por la calle paralela y de vez en cuando a la gente que paseaba por la placita. Salí sin mirar aquel banco, casi cerrando los ojos como si aquello sirviera para no ver lo que podía pasarme. La verdad es que no sabía lo que me podían hacer pero… más vale prevenir que curar. Al cerrar la puerta tras de mí miré inconscientemente hacia el banco. Allí estaba, con sus enormes y oscuros ojos mirándome sin expresión, sin moverse del banco y aparentando normalidad. Inspiré todo el aire que podía y me dirigí hacia ella paulatinamente mientras miraba hacia la casa de vez en cuando. Me paré a tan solo unos metros delante de aquellos ojos que ahora me miraban inquisitivamente, con la mandíbula marcada.
-¿Te burlas de nosotros?-Dijo tras ponerme suficientemente nerviosa como para sobresaltarme cuando habló. No respondí.-Creí haberte dicho claramente que no salieras.-Se levantó desafiante dejando que sus curvas y su altura me hiciera más chica y mísera. Sus labios rosados se estiraron formando una sonrisa.
-No pienso quedarme todo el día encerrada Eríka. Me da igual lo que penséis tú y tus amigos que os dedicáis a meterme miedo.-Se cruzó de brazos inclinando su cuerpo hacia la izquierda.
-¿Quieres saber que ocurre, por qué insistimos en que estés encerrada?-Asentí sin saber muy bien qué hacer.-Demos un paseo.-Enseñó sus dientes blancos y perfectos mientras sus pies comenzaban a moverse como las modelos que caminan por la pasarela. Me sentí torpe al andar como cualquier persona, sin ningún tipo de cruce de piernas ni un protocolo de pisadas.-En verdad no puedo decirte nada, Zachary me lo prohibió.-Enarcó una ceja algo mosqueada.-A pesar de mis quejas. Sé perfectamente que los humanos tenéis una cualidad que os hace muy diferente de los animales.-Sonrió.-El cotilleo, el interés por lo que pasa a vuestro alrededor, el buscar siempre un por qué.
-Tenía entendido que era la inteligencia lo que nos alejaba de ser animales instintivos.
-Bueno, también es cierto.-Tropecé con un pequeño bache de la plaza. Ella sin embargo ni se inmutó a pesar de vestir unas botas de aguja muy finas y altas.- En primer lugar pensé que serías una persona que se preguntaba cosas pero… ya veo que no.-Apartó un mechón castaño que intentaba caer por su cuello. Aquellas palabras me sonaron a un insulto más que a un alago.- En segundo lugar creía que el  mero hecho de descubrir que Zachary era un demonio y que por lo tanto los de su alrededor también lo eran, te bastaría para salir corriendo y contarles a todos lo que sucedía… de nuevo me equivoqué.-En su rostro apareció una mueca de irritación.-Y en tercer lugar me convencí de que tú eras una chica normal… y no me equivocaba. Tu interior está impregnado de pequeños sentimientos que enfrascan la vida de cada ser humano y sobre todo, de sueños adolescentes. Pero sin embargo, tu aspecto exterior, el físico, es extremadamente… raro.-Su aterciopelada mano alzó uno de mis mechones berenjenas que escapaban de mi moño artesanal. Sus uñas eran largas y cuadradas, pintadas con una laca brillante… más tarde supe que no era laca, sino su uña natural.
-¿Eso que tiene que ver?-Me sentí molesta por aquella expresión de rareza.
-Que entonces se confirmaría el motivo por el que un ángel y un príncipe de las tinieblas estuvieran cautivados por una chica tan normal.
-¿Quieres decir que lo que a ellos interesa es mi aspecto?-Los pulmones se empequeñecieron en mi tórax dificultando mi respiración. No respondió, se dedicó a mirar al frente.-Además, respecto al ángel que tú dices, solo siente amistad hacia mí, no…-De improviso me sujetó con fuerza la mano alzándola rápidamente. En ella pude observar de nuevo el Cristal de Vida apagado que envolvía mi muñeca derecha.
-Esto… ¿sabes lo qué es esto?-Me desconcerté algo mareada por la rápida acción de Eríka.
-Un… un Cristal de Vida.-Sus ojos se convirtieron en dos grandes círculos brillantes y algo rojizos al arrugar el entrecejo.-Me lo regaló. Es un regalo.
-¡JÁ!-Gritó soltando mi brazo y dejándolo caer. Su naricilla de porcelana y cobriza se arrugó.-Esto, pequeña humana profana, es el símbolo celestial que los ángeles entregan a los que entran en su reino, en esos cristales se guarda la vida que tuvieron antes de llegar al final de su camino… Y a ti, te lo ha dado sin más, condenándote a llevarla.
-¿Qué?
-Ese cristal contiene tu pasado, presente y futuro. Yo solo te aviso de que como se rompa por un simple descuido, tu corazón se parará inmediatamente, pero para siempre. Esa responsabilidad es lo que llevas en una simple pulsera.
-Eso es imposible Eríka, me la quité hace poco y no pasó nada.
-Desde el mismo momento en el que el cristal colgó de tu muñeca ha almacenado todo lo que fue y será tu destino. No hay inconveniente en que no lo lleves contigo, pero eso puede provocar que cualquier indeseado sea el que maneje tus propios hilos.
-Y… ¿y para qué diablos me lo ha dado?-Tapé mi boca con los dedos al pronunciar aquella palabra. Ella sonrió.
-Eso… pregúntaselo a él.
-Se que tú lo sabes.
-Desde luego que lo sé, y Zachary también. Escucha Kimberley.-Sin darme cuenta volvíamos al lugar donde nos encontramos tras dar un gran rodeo a la plaza.-Esto es un juego en el que vosotros, los humanos, intervenís involuntariamente, la razón de que los demonios y los ángeles hayan bajado del más allá, no es por gusto… solo estamos jugando.-Sonrió sádicamente y, tras un salto seco y relampagueante desapareció dejando caer dos plumas negras. Por suerte, nadie miraba. De pronto el corazón se acurrucó en un rincón, herido por lo que acababa de descubrir. ¿Condenada?, ¿Condenada a tener en mi muñeca algo realmente mío, o condenada a ser dueña de mi propia vida?

2 Responses so far.

  1. Anónimo says:

    Precioso. Con lo de la pulsera me quede como... ¡que!. No creo que Zac solo este interesado en su fisico.
    Publica pronto

  2. ... says:

    :O QUE FUERTE QUE FUERTE :O necesito mas por dios ;D es que lo del cristal de vida me ha dejado alucinada ¬¬ no me cae bien Erika y muy en el fondo sinto pena por lola ¬¬ bueno nedcesito otro capitulo pronto ;D un beso

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