-Apreciadísimas matemáticas, a
ver si maduras y resuelves tus problemas sin necesidad de terceras personas.-
Farfulló Pau al arrancar otra página tras varios intentos de resolver el
problema que mandó el Señor Donald. Por suerte nos colocaron de nuevo juntas
tras las bajas de Zack, Nathaniel, Demetrius, Amon y Vivian. Lo cierto es que
el colegio –y sin exagerar- parecía estar de luto ya que cada profesor
comenzaba sus clases por alagar sus cualidades, incluso la Señorita Carera
dedicó una clase a darnos una charla sobre lo bueno y lo malo de los cinco. Las
mayores afectadas fueron las chicas que lloraban de vez en cuando con la
ausencia de su perfecta utopía… ¿tenía que ponerme celosa? Lo mejor era que
ahora me nombraban como “la novia de Zack” y nada más. Eso sí, seguramente
cuchicheaban por las esquinas nada bueno sobre mí por haberles arrebatado la
mona lisa de su museo, nada más que envidia.
Sin embargo Dino seguía en el
colegio. Nunca lo veíamos a la hora del recreo pero seguramente se dedicaría a
buscar nueva gente para pasar el día. Posiblemente ya no contaban con él ya que
Zack y compañía se dedicaban a otras cosas… secretas. En clase seguía con sus
bromas irónicas a pesar de estar francamente solo. Pero por supuesto las niñas
lo aplaudían y el resto de niños lo habían posicionado como el sustituto de
Zack. ¿Popular? Solo un pelele que no se dignaba ni a hablarnos.
Lori también estaba cerca
nuestra ya que la nueva disposición de la clase nos permitió situarnos como al
principio del curso. Cheba y él eran inseparables después de que su mejor
amigo, Dino, nos diera esquinazo. Seguíamos bromeando en las clases e incluso
volvíamos a salir todos juntos, como antes.
Vicky, Andreita y Pau contaban
con Pho y conmigo para todo, nos llamábamos más frecuentemente e intentaban
hacer de celestina con Phoebe para que al fin Ángelo y ella salieran juntos.
Nathaniel, Ángelo y Gabriel se
acercaban casi todos los días a saludarnos, sobretodo Ángelo quién seguramente
era el que los arrastraba hasta las puertas del instituto. Aún se mostraban
apáticos con migo pero no les importaba que estuviera presente.
Para mi desgracia, Lola se
había instalado en mi cuarto de nuevo, llenando mi habitación de absurdos
maquillajes y de chismes que solo a ella podían gustarle. Sin embargo, de vez
en cuando podíamos hablarnos sin chillar ni molestarnos, solo cuando alguna no
podía dormir y provocaba que la otra tampoco, solo entonces era cuando
hablábamos como verdaderas primas.
Demetrius siempre me
importunaba con su hostilidad y con su arrogancia, así que yo me mostraba
igual. Amon me trataba como si fuera su hermana, siempre tenía una sonrisa para
mí y por supuesto preguntaba por mi prima quién no paraba de hablarme de él. No
pude evitar contarle todo lo que ella me soltaba y lo enamoradita que estaba de
él. Lo hacía porque no se mofaba de ella ni dejaba de dirigirle la palabra, es
más, ambos parecían una pareja de varios años a pesar de que Amon ni siquiera
había pensado en salir con ella.
Con Eríka y Nefertary me sentía
indiferente, las saludaba cuando las veía y no me acordaba de ellas cuando no
estaban. Pero Eríka seguía siendo la mensajera y guardaespaldas cuando Zack se
iba lejos a no sequé sitio, por lo que hablaba con ella como si estuviera
hablando con mis suegros –de forma restringida- que por cierto, ya los había
tratado en varias ocasiones. Incluso mis padres cenaron con los suyos un sábado
donde las dos mujeres salieron muy amigables y los dos varones algo irritados
por el mero hecho de ser compañeros de trabajo.
Nathaniel y yo seguíamos con la
actitud que teníamos desde que nos conocimos. Nos mirábamos, nos sonreíamos y
nos sentíamos bien estando el uno junto al otro, a pesar de que cada uno tenía
claro sus sentimientos: yo seguía con Zack y Nathaniel sabía que a ambos los
quería con la misma magnitud.
Y Zack… bueno con Zack era
semejante, pero con derecho a roce. Habíamos tenido durante este tiempo dos
discusiones que nos hicieron separarnos varios días, pero él siempre venía y
nos reconciliábamos. Lo cierto era que aún no había reclamado ese favor que le
debía a pesar de que me lo recordaba cada cierto tiempo. Cada vez que me lo
recordaba sentía más miedo que en la anterior… ¿qué estaría tramando?
En cuanto a mí misma, seguía igual de dramática en algunas
ocasiones y feliz en otras. Los cambios de humor eran muy frecuentes en mí
sobre todo cuando tenía tiempo para pensar en que algún día todo esto
desaparecería. En mis días felices las mariposas revoloteaban dentro de mí y me
sentía enormemente mayor. Las notas iban cada vez mejor a pesar de algún que
otro pinchazo en algún examen. Nada que debiera preocuparme.
Acabó el invierno y comenzó la
primavera y tras tres semanas transcurridas, comenzábamos un lunes 31 de enero
demasiado estresante. A pesar de comenzar la nueva estación, todos olíamos el
verano, cada vez más cerca…
-Estoy harta de las malditas
matemáticas, ¿por qué nunca me puede salir un problema de éstos? Tampoco soy
tan tonta.
-Si te sirve de consuelo a mí
tampoco me salen.-Suspiré al borrar con típex una página entera.
-A ver, ¿tú crees que estos
problemas lo tiene la gente normal? –Señaló el ejercicio.- Una
peña deportiva contrató un autobús para seguir a su equipo. Si el autobús se
hubiera llenado, cada uno habría pagado 10 euros; pero quedaron 12 plazas
vacías y el viaje costó 14 euros. ¿Cuántas plazas tenía el autobús?-Tachó con
fuerza otra posible solución.- La gente normal contaría los asientos y ya está.
-Vamos chicas que es muy fácil,
lo que pasa es que no pensáis.
-Lo que pasa Lori es que hay
treinta y cinco problemas y me voy por el segundo.-Se cruzó de brazos
mosqueada.
-Hay 42 plazas, ala ya puedes
pasar al siguiente.-Es ese momento sonó el timbre. El sonido agudo del
arrastrar de sillas y mesas surgió de golpe en todo el piso. Metían lo más
rápido que podían en la mochila los libros como si tuvieran que huir del aula.
-¿Alguien ha dicho que podáis
recoger?-La melodiosa y ronca voz del profesor interrumpió la huída masiva de
la clase.- Sentaos y dejad las mochilas en el suelo.
-Pero ha sonado el timbre profesor.-Protestó
Dino que mantenía en su regazo la mochila.
-Como si suena la alarma del
pentágono Petrori, aquí se sale a las tres en punto y yo os dejaré salir a las
tres en punto.
-Se
sale a menos cinco profesor.
-Eso no es lo que pone en las
normas.-Dino se cruzó de brazos. El profesor observó a todos y a cada uno de
los alumnos a través de sus anteojos asegurándose de que todos habían dejado
sus mochilas en el suelo. Tras comprobar cómo los alumnos se habían sentado y
miraban impacientes la puerta, el profesor miró el reloj y, contando los
minutos y segundos exactos concluyó.-Ya podéis salir.
-De verdad que los profesores
están cada vez peor.
-Por molestar a sus alumnos lo
que sea Pau.-Bufó Lori mientras caminábamos con la mayor parsimonia posible por
el jardín del instituto.
A esa hora todo estaba patas
arriba. Motos, coches y bicicletas circulaban por los alrededores con el
objetivo de salir de aquel agujero en donde, por cada tres centímetros, habían
cinco o cuatro grupos de niños que se paraban para conversar, la mayoría justo
delante de la puerta lo que imposibilitaba el “tráfico” y taponaba la entrada,
como siempre.
-¿Ese no es Amon
Schneider?-Murmuró Pau señalando a la entrada.
Efectivamente, el joven que
saludaba a todos y cada uno de los que pasaba a su lado, era Amon Schneider.
-Vendrá a saludar a mi prima.
-¿Cuándo le vas a quitar de la
cabeza a ese chico?
-Pau a mi me cae bien, y
pensaríais lo mismo si le conocierais.
-También pensaríamos lo que tú
piensas de Zack si fuera su novia.-Le empujé suavemente en la espalda.
Me acerqué a él mientras Lori y
Pau se mantenían a cierta distancia de nosotros.
-Hola Amon.
-Hola kleine, vine a llevarme a tu prima… hasta una hora
respetable.-Entrecerré los ojos irónica.
-No tendré que preocuparme, ¿no?-Negó
sonriendo. Alzó su rostro hacia Pau y Lori que mantenían su semblante serio.
-No me he olvidado de vosotros
Velázquez y Levinski.-Ambos se miraron sin poder disimular sorpresa.
-¿Cómo está Zack?-Murmuré casi
a la altura de su oído. Amon bajó su rostro y sonrió.
-Mejor que bien kleine, él no se olvida de tu
cumpleaños.-Sonrió picarón.
-¿Qué tengo que pensar sobre
eso?
-Lo que quieras aunque… será tu
cumpleaños, aprovecha y pide lo que quieras.-Tras guiñarme un ojo me marché
junto con Lori y Pau.
-Amon es increíble, es todo un
caballero.- Comentó de repente Lola mientras cenábamos.-Ojalá me pidiera salir
ya.-Sus ojos brillaban como cualquier enamorada y su mente viajaba a rincones
más allá de la realidad, mucho más allá.
-No seas tan precipitada Lola,
en mis tiempos debíamos esperar meses y meses, incluso años para que el chico
se declarara, tú ya me entiendes.
-Pero es que es tan perfecto…
-Que te lo pida cuando estés en
Londres porque sino también debo de preocuparme por tu chico y ya bastante
tengo con el de tu prima.-Le sonreí con una mueca. Intenté seguir buscando
palabras inocentes para poder decirle mis planes, pero en ese momento no me
atreví.
-¿Sabéis que todos los veranos
va a Alemania para visitar a su familia?
-No me digas.-Fingió interés
papá.
-¿Os imagináis yo en Alemania?
En una casa grande y espaciosa, lejos del mundanal ruido, él y yo solos, con
preciosos bebés de ojos…-Papá tosió de golpe. Tuvimos que darle entre mamá y yo
unos cuantos golpecitos en la espalda para que cediera el atragantamiento.
-¿Be… bebés?
-Claro.
-Anda Lolita dile a tu padre lo
mismo, ya verás lo contento que se pone.-Ella sonrió mientras rellenaba la
cuchara de transparente sopa. Ahora tampoco era el momento.
-Bueno.-Tragó.- Este viernes Bratt
quiere que vayamos a su casa a cenar… por el cumpleaños.-Me quedé cayada y
quieta. Estaba claro que le había contado mi plan, aquel que me costaba tanto
decirle- Pero resulta que no es para que nos quedemos, já, lo que quiere Bratt
es que Shana y Lola se vayan a una sesión de spa con Rose McNemfield y Bratt y
yo a cenar con los compañeros de trabajo. Para dejaros solos dice.
-Hombre John, ¿así tan directo
te lo ha dicho?- Asintió sin dejar de mirarme.
-Si Amon viene con Shana y
conmigo, por mi no hay problema.
-No vamos a ir.
-¡Papá!-Salté.- ¿Por qué te lo
tomas tan a pecho?
-¿Y para qué queréis estar
solos?
-Para hablar.
-Já, que crees que nunca he
sido joven.-Chasqueé con la lengua. Pensé unos momentos alguna excusa
convincente.
-¿Y si Lola y Amon se quedan
con nosotros?
-¡Sí!-Exclamó eufórica.-Tío por
favor…
-¿Y por qué tiene que haber dos
chicas y dos chicos?-Papá siempre ponía pegas a todo.-De todas maneras yo voy a
la cena porque estaba programada desde hace tiempo.
-¡Ah! Mira él.-Mamá puso los
brazos en jarra.- ¿Y yo no puedo salir? Pues que te quede claro que yo voy con
Rose.
-Shana…
-Lo siento mucho John, pero yo
quiero una sesión de spa.-Añadió mamá mientras retiraba los platos. Miré a Lola
de reojo. Ésta se levantó y tras un “me voy a la cama” se fue a mi cuarto.
-Yo también me voy, hasta
mañana.-Dejé a mis padres discutiendo sobre qué harán para no quedarme sola con
Zack.
*
-Zack, creo que es hora de que
te vayas a tu casa.-Le murmuró Vivian tras comprobar cómo ya no le interesaba
lo que decía Demetrius. El joven de ojos azabache negó con la cabeza mientras
aferraba entre sus manos la copa de vino.
Estaban en la parte de arriba
del restaurante, como siempre. Todos reunidos: Nefertary, Eríka, Demetrius,
Amon, Vivian, Annibal y Zack. Tanto los ángeles como ellos sabían perfectamente
que solo faltaba uno y nada más que uno para que acabara todo aquello.
Realmente Zack sentía en aquellos momentos sentimientos contradictorios. Le
apetecía volver a su verdadero hogar, junto a su gente, con la que
verdaderamente era su gente. Sin embargo, algo le impedía convencerse del todo
de que quería totalmente marcharse de allí. Aquello le provocó una sonrisa en
su rostro. Kimberley era una chica especial y no solo por cómo era sino por lo
que emanaba. No obstante algo le inquietaba, si verdaderamente era ella así,
como es que, conviviendo con ella desde pequeño, no se había fijado ningún
instante en ella.
Contempló el vino mientras
removía suavemente la copa. Era curioso como ese año le había engatusado
aquellos ojos verdes y aquella sonrisa tan inocente que poseía la única hija de
los Hilthom.
-No era tan difícil la última
vez.- Se lamentó Amon acariciando su barbilla.
-Porque la última vez, Amon,
consistía en enfermar a toda la población posible y éramos muchísimos más.- Le
corrigió Nefertary con tono de reproche. Amon le sonrió mientras asentía
sarcástico.
Zack dirigió su mirada hacia
Annibal, quien lo miraba apoyado en un extremo de la chimenea que ahora
permanecía encendida. Zachary ni siquiera se inmutó ante una mirada que a
cualquiera le hubiera petrificado. Ambos se mantenían en silencio, mirándose el
uno al otro. Zack tragó saliva cuando Annibal le sonrió. Éste se apartó de la
chimenea y comenzó a hablar.
-No debe de ser tan difícil, en
mi opinión, el último debe de estar demasiado cerca como para que ninguno de
nosotros se diera cuenta…-Añadió sin apartar la mirada de Zack.- ¿Y si…? ¿Y si
la razón por la que el destino te haya hecho fijar tus ojos en una chica fuera
porque ella realmente tiene la clave?
Todos dirigieron sus miradas
hacia el joven quien sabía perfectamente a donde quería llegar. Realmente podía
tener razón de que su atracción solo fuera dada por su relación con el último.
Frunció el ceño al pensar que podría ser ella…
-No lo creo, nunca he sentido
nada que me diera indicios de…
-Recuerde mi señor que las
marcas están presentes en la espalda, ¿ha tenido oportunidad de asegurarse de
no tener nada en esa zona?
Zachary titubeó mientras
contemplaba como Annibal se regocijaba en su interior reflejándolo en su
rostro.
-No.-Contestó sin mostrar
ningún tipo de emoción.
-Oh, ¿porqué no se ha fijado o
porque no ha tenido oportunidad?-Cuestionó picarona Nefertary. Sin embargo,
Zack dirigió una mirada penetrante a la cobriza quien enseguida captó la idea y
cerró la boca literalmente.
-Debes de averiguarlo por
nuestro bien y si es ella la última, haz lo que deberías de hacer…
-Y si no yo estaré encantado de
hacerlo por ti.-Completó Demetrius con su típica sonrisa mientras Zack
entrecerraba los ojos.
- -
Ya en mi cuarto, Lola me contó
su plan mientras se cambiaba.
-Tú te vas a casa de Zack y yo
me quedo con Amon.-Lo que me gustaba de Lola era que en algunas cosas era
totalmente franca. Lástima que solo fuera en contadas ocasiones…
-No tengo inconveniente.-Negué
emocionada por la idea de poder hacer un pacto con Lola que no perjudicara a
ninguna de las dos.
-Pues tiene que ser un secreto,
¿eh?-Dijo mientras se dirigía al cuarto de baño.- ¿Vas a entrar?
-No…
-Lo digo porque voy a quitarme
el maquillaje y me lleva tiempo.-Me advirtió esbozando una sonrisa.
-Tómate el tiempo que quieras.-Contesté
sin ánimo de ofensa –esto solo ocurría en contadas ocasiones- mientras me
dirigía al armario donde el noventa por ciento del espacio estaba ocupado por
Lola y el diez por mi ropa.
-¡¿Crees que Amon me pedirá
salir pronto?!-Exclamó por detrás de la puerta sin saber que mis padres quizás
estuviesen escuchando. Titubeé unos instantes para darle la mejor respuesta
posible.
-Puede…
-Oh Kim es que, es que… creo
que estoy enamorada.-Suspiró las palabras.
“Demasiado precipitado” Cavilé
mientras ponía los ojos en blanco. Me cambié de ropa rauda y veloz por eso de
que todavía me costaba tener intimidad con mi querida prima y por la
posibilidad de que saliera en cualquier momento. Sin embargo, Lola, no era tan
tímida, se cambiaba siempre que no se duchaba delante de mí. Éramos distintas
desde luego. Por un instante me invadió la nostalgia. Recordé entonces cuando
éramos pequeñas cuando el día no tenía fin si jugábamos a las muñecas o cuando
nos entreteníamos con Gary y con Sam. En aquel tiempo todos nos llevábamos bien
y no había quien nos separara.
Salió del cuarto de baño en
menos tiempo que otros días donde tardaba el doble. Estaba claro que las ojeras
que ahora tenía eran producto del maquillaje mal retirado.
-¿Qué…?-Me cuestionó cuando
comprobó que la estaba observando. No pude evitar sonreírle y señalarle las
ojeras. Lola frunció el ceño y se dirigió al cuarto de baño donde gritó
alarmada.
-No sé porque no me he dado
cuenta, ¡qué vergüenza!-Se lamentó. Me reí aun sabiendo que no debería de
hacerlo ya que ahora que nos llevábamos medianamente bien… y yo no iba a ser
quien lo estropeara.
Volvió de nuevo a la habitación
y me miró con los ojos como platos, con las ojeras algo rojas por la presión
que había hecho con la toalla para quitarse el color negro. Le sonreí para que
no volviera a quejarse y para que se relajara.
Se quitó la camiseta que
llevaba. Entonces vi aquellos tres lunares casi irreconocibles formando un
círculo totalmente redondeado en su espalda mientras se colocaba su pijama.
Sonreí incrédula intentando hacerme creer que era una locura que Lola,
justamente ella tuviera la marca.
-Lola… ¿qué raros son esos
lunares, no?-Se giró hacia mí.
-¿Qué lunares?
-Los que tienes en la
clavícula.
-¡Ah! Es una simple marca de
nacimiento. De todas maneras casi nadie los percibe.-Los descubrió de nuevo al
levantarse la camisa y los observó con dificultad a través del espejo. Sin duda
era la marca, Lola era la última que quedaba para que Zack y Nathaniel desaparecieran
de mi vida…
Quizás actué de forma egoísta
pero decidí que esto sería un secreto que me llevaría a la tumba, de tal forma
que su desaparición dependía de mí… y de Phoebe.
-¿Estás segura Kim?-Pudo decir
al fin.
-¿Crees que te preocuparía si
no fuera verdad?-Chasqueó con la lengua muy nerviosa.
-Pero… pero Kim… no se lo
puedes decir a nadie.
-Eso ya lo tenía claro.
-Kim… no puedo dejar que Ángelo
se vaya, no dejes que lo haga.-Suspiré.
-Eso depende solo de nosotras
dos… y de Amon.-Abrí los ojos y recapacité.
-¿Amon?
-No puedo dejar que siga
viéndose con mi prima.-Me llevé la mano a la cabeza. Me mordí el labio mientras
miraba a mí alrededor –de mi habitación- por si una oreja indiscreta captaba
mis palabras.
-No creo que haya peligro.
-Más vale prevenir que curar…
-¡Kim ve a sacar la basura!- El
grito interrumpió mi cuidada ortografía del folio. La página estaba totalmente
limpia hasta que mamá vociferó desde la cocina. ¿Desde cuándo me mandaban bajar
la basura? Pues nada, con un corrector desaparecía cualquier impureza.- ¡KIM!
-¡VOY!-Grité de mala gana. Dejé
el bolígrafo en la mesa y arrastré la silla hacia atrás. Me dirigí a la cocina
mientras pensaba la excusa para no sacar la basura.
-¿Por qué no vas tú o papá como
siempre?-Mamá hacía un nudo en la bolsa.
-Ya va siendo hora de que lo
hagas tú.
-Pero…
-Ya vale Kim, está aquí al
lado.- Me entregó la pesada bolsa verde y me aproximé hacia el ascensor.
Abrí el contenedor que desató
una pestilencia provocando que mis lágrimas casi brotaran. Contuve la
respiración hasta que logré encestar la bolsa, ya que los contenedores eran
casi más altos que yo y por lo tanto costaba lo suyo mantener la tapa levantada
y cargar con una bolsa de al menos cinco kilos. Dejé caer la tapa y respiré
nuevamente aire puro y fresco.
-Hola…-Giré mi rostro con el
corazón en un puño –era muy miedica ¿y qué?
-¿Qué haces aquí?-Vestía
totalmente de negro y su sonrisa suscitó dos “hoyitos” en sus mejillas. Demetrius
me provocaba pavor.
-Paseaba y mis pies me llevaron
hasta aquí.-Bufó mientras se acercaba a paso lento hacia mí. Mis ojos miraron
hacia los lados nerviosos intentando atisbar alguna figura amiga. Di un paso
atrás.
-Me tengo que ir…-Dispuesta a
salir lo más rápido que pude, noté en mi brazo una presión. Su rostro se acercó
al mío.
-Llevo días intentando
encontrarte sin ningún guardaespaldas.
-Suéltame.-Murmuré al no poder
liberarme de su brazo. El miedo paralizó mis piernas y mi pensamiento quién
solo podía gritarme “Huye, huye”
-Ahora que te tengo a mi
alcance no voy a dejarte marchar.-Su sonrisa era cadavérica y sus ojos se
enrojecieron alrededor de su iris.
-Déjame…
-Se que sabes dónde está la
última.
-No sé de qué me hablas.
-¡No me vengas con memeces!-Aquellas
palabras martillearon en mi oído. Intentaba gritar pero solo emitía aspiraciones
cortantes y frías.-Dime quién es…
-No seas tímida.-Susurró
Annibal que permanecía detrás de mí. Ahora estaba atrapada. Dos presencias como
las suyas provocaban en mí más que miedo… pánico. No podía pensar en otra cosa
que en mi propia muerte.
-No lo sé.
-¿Quieres que me enfade?
¡DIMELO!- Gritó Demetrius mientras sus ojos se convertían en dos sangrientas
circunferencias. Entonces pude gritar. Él se apartó de inmediato y miró a su
alrededor. Annibal ni se inmutó.
-Puede que a ti no te podremos
hacer nada, pero eso no me impide jugar un rato con alguien… cercano.-Sus ojos
se movieron lentos hacia mi casa. Desde luego Annibal era un profesional en la
intimidación.
-¡No te atreverás!-Ante sus
sonrisas no pensé en otra cosa que en estrellar mis nudillos en la mejilla de
Demetrius. Tras esto, salí como pude de la presión que ambos infundían.
Demetrius gritó furioso mientras sus puños permanecían totalmente apretados.
Annibal pareció sobresaltarse. Corrí y corrí ciegamente hasta dentro del bloque
de pisos. Observé aún con el corazón en un puño como sus alas esqueléticas
surgieron de sus espaldas y desaparecieron.
-Los
libros cerrados no enseñan nada Levinski.- Reprendió el Señor Petrori al
entrever entre la multitud de compañeros que Pau estaba con la cabeza apoyada
en el libro cerrado. Se despertó lentamente al escuchar su apellido.
-Lo
siento… lo siento… es que ayer casi no dormí.
-Yo no
tengo culpa de ello Paula, la próxima vez te acuestas más temprano.- Bajó la
mirada hacia el libro de lengua e indicó que siguiera leyendo uno que estaba en
primera fila.
-¿Qué
te pasó ayer?- Preguntó Lori en voz baja.
-Que vi
una peli de miedo… ¡y no veas que peliculón!-Nos miró eufórica.
-¿Por
qué ves películas de miedo si sabes que después no duermes?-Me enderecé en la
silla fingiendo seguir la lectura.
-Bah,
¿y lo bien que te lo pasas en el momento de verla?-Lori asintió sonriendo.
Ambos compartían aquel afán por ver películas que después no dejaban dormir.
-¿Por
qué no vemos una en el cumpleaños de Kim?
-¿Qué?
Oh no, no, no.-Negué con la cabeza.- Yo no soy de esas que disfrutan con cosas
macabras.
-La
primera noche la pasas mal pero en la segunda ya duermes como siempre, además,
al día siguiente no habrá que levantarse temprano.
-Espera,
espera… ¿A qué día os referís?-Pau y Lori se miraron incrédulos.
-Pues
al viernes naturalmente.
-Ya…
resulta que el viernes ya tengo planes.
-Pero… tú
sabes que siempre… ¿por qué no nos preguntaste antes de hacer planes?- Estaba
claro que a Pau la había desanimado.
-El
sábado también es un buen día.- Sonreí fingiendo poca importancia.
- A ver, ese grupito de
atrás, ¿qué acabo de decir?- Nos farfulló el profesor.-¿Qué tipo de planes tienes?-Vicky no parecía tan decepcionada.
-Cenar con mis padres…
-Y con Zack, seguro.-Pau cruzó sus brazos sin mirarme.
-No creo que haya ningún inconveniente en
celebrarlo el sábado, de todas maneras Phoebe es la que ofrece la casa.-Comentó
Vicky intentando apaciguar el enfado a Pau.
-No creo que mi madre tenga planes que suponga
la ocupación de la urna.
-Ea pues.-Añadió Andreita.- ¿Qué tendré que
llevar, patatas, refrescos…?
-No hace falta que os traigáis nada, en cuanto
supo que era para celebrar el cumpleaños de Kim, se hartó de comprar todo tipo
de cosas. Lo peor es que mi hermano no para de intentar convencer a mi madre de
poder comer aunque sea un buche de cualquier refresco.- Dijo Phoebe sonriendo.
-Pobre…
-Es que la comida lleva una semana a la vista de
todos.-Todos sonrieron nerviosos por que llegara el sábado… ¿todos? Menos yo.
-Pau podría llevar una película de miedo.-Añadí
entre aquellas sonrisas. Pau me miró eufórica.
-¡Prometo que traeré la mejor!
Esperé lejos de la puerta a que saliera Lola. De
vez en cuando dirigía una miradita a la puerta para vigilar si Amon llegaba.
Hoy parecía que no se iba a presentar. “Mejor” pensé. Tenía que proteger a mi
prima como fuera y más cuando Annibal y ahora Demetrius me vigilaban. Es más, estaba segura
de que en esos momentos estaban acechándome. ¿Debía decirle a Zack que Demetrius
estaba hostigándome? Él me preguntaría el por qué y yo tendría que hacerme la
víctima y decirle “No lo sé” entre lágrimas de cocodrilo. Seguramente Zack se
cabrearía con ellos y ambos le escupirían todo lo que han llegado a descubrir
–no sé cómo- sobre lo que sé. Podría escaparme gritando que no sabía nada pero
no sería de extrañar que Zack sospechara algo e indagaría hasta dar con mi
prima. Mejor no decir nada y punto. Tampoco podía decirle que mi familia corría
peligro… ¿y a Nathaniel? Bueno lo haría si sería capaz de correr hacia él y
decirle que Demetrius me estaba acosando. Debía afrontarlo sola pero, ¿cómo?
*
Caminaba con las manos en los
bolsillos de su chaqueta negra mientras el viento ondeaba sus cabellos tapando
parte de su visión. Tenía tanto frío que por no mover sus heladas manos, no
agarraba sus cabellos con una gomilla. Suspiró y el vaho emergió de su
garganta. Le faltaba poco para llegar a casa después de una tarde en la
biblioteca estudiando sin ser consciente de lo que le rodeaba. Sentía como la
mochila le pesaba de vez en cuando al pensar en la cantidad de cosas que había
almacenado en su cabeza esa tarde. La calle estaba solitaria supuestamente por
que la gente no salía muy a menudo por estas fechas, o al menos lo evitaba. Sin
embargo, los estudiantes tenían que salir por obligación sin calefactor que
disipara el frío y enfrentarse a los profesores que hablaban y hablaban y no
paraban de hablar, como el villancico. ¿Cansada? Si, ¿nerviosa? También.
Nerviosa por lo que estaba a punto de experimentar en unos meses, la
selectividad ¿qué sino?... ¿y si estaba nerviosa por lo que podía pasarle a
Lola? O mejor dicho, ¿a Ángelo? Cerró sus ojos intentando evaporar aquel
pensamiento.
Algo le llamó la atención y sus
pies pararon suavemente. Miró a su alrededor intentando identificar a cualquier
animalito que causara tal ruido en los árboles de su alrededor. Quizás estaba
tan inmensa en sus pensamientos que su mente le jugó una mala pasada. Volvió a
retomar el paso. Arrugó el entrecejo nerviosa mientras agarraba con fuerza la
chaqueta con sus manos a través de los bolsillos.
De nuevo aquella sacudida en
los árboles. Oh, por favor, si seguramente sería el viento que azotaba las
hojas, ¿qué cosa se ocultaría bajo unas ramas finas y fáciles de distinguir?
Sonrió. Pero de aquel árbol que observaba cayó una plumita. Se acercó a él un
poco calmada.
-¿Ángelo?-Susurró.
-Presente.-La joven se giró
hacia atrás donde permanecía el ángel.
-Me habías asustado.-Murmuró
tímida. Ángelo sacudió sus cabellos rubios y rizados como disculpa.- ¿Qué
hacías siguiéndome?
-Me… me gusta observarte.-Miró
hacia otro lado bastante más nervioso que Phoebe quién sonrió adulada.- ¿Y tú
qué haces tan sola por estas calles?
-Estaba en la biblioteca, pero
se me hizo muy tarde.-Se acercó a ella.
-Te acompañaré a casa.-Ella
sonrió y aceptó retraída sin saber que alguien les estaba observando.
-Esta es.- Phoebe sacó las
llaves de su bolsillo.
-Al menos ya sé dónde puedo
encontrarte.-Añadió mientras miraba el chalet de piedra rojiza.
-Gracias por
acompañarme.-Ángelo se encogió de hombros y se acercó a ella aún más.
-Quiero verte otro día.-La
joven miró hacia los dos extremos de la cuerda que se asomaba en el cuello de
la sudadera del ángel. Los intentó igualar. Jugueteó nerviosa con ellos sin
saber que responderle. “Claro” podría decir si quería estropear aquel momento.
Lo mejor era no decir nada, se mantendría callada y sonriente. Entonces Ángelo
sujetó el rostro de la joven con las dos manos y lo alzó. Se acercaron tanto el
uno al otro que olvidó respirar. Conocía esa sensación, sabía que se sentía con
el primer beso, aunque este no lo fuera del todo. Sin embargo y para sorpresa
de ella, la besó en la frente muy dulcemente.
-Buenas noches.-Le susurró.
Entonces Phoebe no tuvo más remedio que aceptar aquel casto beso y abrió la
puerta para después entrar en su casa.
De repente alguien lo amordazó
con unos guantes negros de cuero que no tenían ningún olor… Su codo impactó en
el estómago del opresor quién, tras el golpe, lo soltó. A pesar de la gran
oscuridad que envolvía a aquel hombre pudo entrever su característica y sádica
sonrisa.
-Demetrius.-Susurró con una mueca.
-En mi opinión, ella buscaba
algo más que un beso en la frente.- Se mofó mientras sus pasos resonaban en
todo la calle.
-¿Qué quieres?
-Saber quién es el último.-Los
músculos de Ángelo se relajaron.
-Ambos buscamos lo
mismo.-Demetrius miró hacia la casa de Phoebe y luego sonrió.
-Quizás ella lo sepa…-Ángelo le
cortó el paso hacia la puerta.
-Ella no lo sabe.
-¿Por qué, porque te lo hubiera
dicho?-Vociferó una carcajada. Demetrius dio un paso y el ángel se mantuvo
entre la puerta y el demonio.
-Ella no lo sabe.- Demetrius
volvió a sonreír sádicamente. Volvió a mirar hacia la casa y saltó dispuesto a
atravesar el muro pero el ángel reaccionó rápidamente y lo tiró al suelo con un
fuerte golpe con los nudillos en el rostro. El demonio se levantó poco a poco
manteniendo una respiración entrecortada. Su nariz estaba completamente
destrozada y la sangre ocultó parte de sus pómulos. Demetrius lo miró con los
ojos envueltos en un color rojo. Incluso a Ángelo le inquietó aquel rostro
resentido de Demetrius. Fue un resplandor lo que golpeó en el estómago con la
mayor fuerza posible aunque tras unos segundos reconoció con la mirada
emborronada el rostro endemoniado de Demetrius quién actuó con gran fiereza. Lo
que Ángelo pudo sentir fue un golpe en el brazo que posiblemente se lo rompió y
que seguramente hizo caer el Cristal de Vida.
genial !!!!
tienes que subir ya el siguiente capitulo.....
Me encanta
No sé como lo haces, pero cada capítulo me gusta más. Me ha encantado cuando el profesor ha dicho: "-Como si suena la alarma del pentágono Petrori, " xDDD
Por cierto, te he puesto en mí lista de favoritos en mi blog de "Llevame contigo" :)
Espero el próximo capítulo pronto:3
Besos.